jueves, 27 de junio de 2013

Favorito

Pocas veces un corredor comienza un Tour con un palmarés tan exiguo en la prueba francesa y a la vez con una vitola de favorito tan absoluta. Ocurre este año con el británico Chris Froome, a quien le bastan dos ediciones de la ronda gala -84º en 2008 y 2º en 2012- para conseguir que la mayoría de expertos y aficionados le apunten como candidato número uno al maillot amarillo. Cierto que no son sólo sus actuaciones en el Tour las que le sitúan en esta pole mediática. Froome ha encadenado veintidós meses casi impecables, acumulando un gran número de victorias de primer nivel y cayendo derrotado, en la mayoría de los casos, por decisiones equivocadas de sus técnicos o, como en el pasado Tour, por respetar la jerarquía de Team Sky.

Todo comenzó en la Vuelta a España de 2011. Chris Froome viajó a la prueba como un corredor semi desconocido con un pie fuera de su equipo. Los británicos buscaban la victoria con Bradley Wiggins, quien poco antes había abandonado el Tour por una caída en la primera semana de competición. Pronto sorprendió el gran rendimiento de Froome, para muchos por encima incluso de su teórico jefe de filas. Sin embargo, no fue hasta la terrible ascensión al Angliru cuando los directores de Team Sky aceptaron la derrota de Wiggins, dando libertad a un ciclista que días antes había vestido el maillot de líder tras su mayúscula actuación en la crono de Salamanca. Froome peleó el maillot rojo hasta el penúltimo día en Vitoria, pero los segundos perdidos en favor de su líder le costaron su primera victoria en una grande. 13 segundos le separaron de Juanjo Cobo.

A partir de ese momento, Chris Froome se convirtió en más que un compañero de Bradley Wiggins; se convirtió en una amenaza. Uno de los mayores éxitos de Brailsford fue apaciguar los ánimos en el pasado Tour, con Wiggins de amarillo y Froome como principal adversario a la victoria de su teórico líder, incluso cuando el ciclista con raíces en Kenia y Sudáfrica atacaba a su compañero en montaña y cuando las parejas de ambos corredores cruzaban indirectas envenenadas en las redes sociales. La cúpula de Sky respiró al ver a Wiggins en lo más alto del podio de París y a Froome a su lado firmando un doblete histórico.

Pero esa relación acababa en ese mismo momento, en ese podio parisino. Brailsford debía tomar una decisión y lo hizo apostando por la opción de Froome en el Tour, primero de una forma un tanto dubitativa y finalmente con la respuesta más tajante: "Froome será nuestro líder". El británico no ha desperdiciado su condición, ganando nada menos que cuatro de las cinco pruebas por etapas en las que ha participado: Omán, Criterium Internacional, Romandía y Dauphiné, batiendo en todas ellas a los mismos rivales con los que se medirá en este Tour de Francia. Sólo cayó en Tirreno, una prueba que se decidió en una jornada durísima con final en Port Sant´Elpidio, y ante un Vincenzo Nibali que no estará en el Tour. Aún así, Froome fue segundo.

Estos veintidós meses son los que han convertido a Chris Froome en el favorito número uno a vencer este Tour de Francia. Su superioridad aplastante contra el crono, donde sólo los especialistas como Tony Martin o Fabian Cancellara han podido con el ciclista del equipo Sky, sus ataques secos y continuos en montaña, imposibles incluso para Alberto Contador, y la solidez de un equipo al que muchos comparamos con el Ejército Imperial de Darth Vader, refuerzan un status de favorito que deberá refrendar en la carretera. Por lo tanto, ¿puede perder Froome este Tour?

miércoles, 26 de junio de 2013

Sonríe

El sábado comienza una nueva edición del Tour de Francia y, mientras muchos nos esforzamos por exprimir la red, consumiendo sesudas previas, interesantes entrevistas a candidatos a la victoria o análisis milimétricos del recorrido, para otros muchos lo que comienza el sábado no es más que la temporada ciclista. Así de simple. Para una inmensa mayoría de aficionados al deporte, el interés por el ciclismo arranca con la primera etapa del Tour. Siendo exactos, lo hace a principios de esa semana, justo en la que ahora nos encontramos.

Seguro que ya lo habéis notado. Amigos, vecinos, familiares, una pluralidad heterogénea, habrá sacrificado segundos de su tiempo libre, dejando a un lado la llegada de Carlo Ancelotti, los líos fiscales de Messi o el nuevo club de Luis Suárez para cuestionaros por el momento de forma "del From ese". Y es que el Tour es el McDonalds de la comida rápida, un oasis en medio de una larga temporada de fútbol en la que sólo los éxitos de los iconos del deporte español salpican los resultados de cada jornada.

Frente a esta realidad, se abren dos opciones: contestar de forma educada, instruyendo sobre las bondades ciclistas de Chris Froome, las opciones de Alberto Contador, Alejandro Valverde y Joaquim Rodríguez, y, si lo veis oportuno y os queréis anotar un tanto, descubriendo a Richie Porte como posible alternativa a Froome en la clasificación general -a Peter Sagan le conocen desde lo de aquella azafata-, o bien podéis censurar la actitud pasiva y esquiva del aficionado hacia el ciclismo el resto de la temporada. Mi consejo, escoged la primera.

No lo hagáis sólo por educación; pensad que el ciclismo, por lo menos aquí en España, se juega mucho durante estas tres semanas. Gran parte del impacto mediático que las marcas consiguen a lo largo del año lo acumulan durante estos poco más de veinte días en Francia. Un Tour justifica toda una temporada. Por eso, las audiencias de esta carrera, que TVE decida retransmitir determinada etapa en su primer canal, o las páginas que la prensa deportiva dedique a la prueba, influyen de manera decisiva en la difusión del ciclismo como deporte mediático.

La inmensa mayoría de los futuros fieles aficionados al ciclismo llegarán a él a través del Tour de Francia, también de la Vuelta a España, pero no de una Milán-San Remo, una París-Roubaix o de un Giro de Lombardía. Esas pruebas aprenderán a amarlas con el tiempo. Antes, necesitan conocer la grandeza del ciclismo a través de la carrera que mejor se adapta al consumidor de deporte masivo, la única que no coincide en el tiempo con otros grandes acontecimientos. Por eso, cada vez que a lo largo de estas próximas semanas alguien  pregunte por "el From", no lo dudes; sonríe.