El pasado otoño, la Federación Italiana de Ciclismo abordó una profunda reforma de la categoría Continental, la tercera división del ciclismo mundial. Un escalón legislado de manera global por la UCI pero abierto a que los diferentes entes nacionales introduzcan sus propios matices normativos partiendo de unas pautas muy generales.
La reforma buscaba dinamizar una categoría al borde de la desaparición en el país transalpino, ya que la mayoría de formaciones interesadas en competir como Continental no podía hacer frente a los cuantiosos gastos que suponía tramitar su licencia. Y lo cierto es que estas modificaciones han surtido el efecto deseado: de un sólo conjunto de esta categoría en 2013, a los seis de 2014.
¿Cómo se consigue el cambio?
La base sobre la legislación en Continental debe partir de qué entendemos, o entienden las federaciones, por equipos de esta categoría. Si consideramos que un Continental es un profesional de tercera división, con corredores que deben plantar cara a formaciones en teoría superiores, parece lógico que se exijan condiciones estrictas para el empleador. Sin embargo, si valoramos a un Continental como un equipo de formación, con ciclistas en fase de desarrollo y sin experiencia previa en el campo profesional, tampoco se antoja abusivo asimilar condiciones a las de la categoría amateur. Esta segunda opción es la que ha tomado Italia para 2014.