jueves, 30 de octubre de 2014

Calidad y juventud para el nuevo representante profesional del pelotón vasco

Cuando las negociaciones para refundar un proyecto ciclista vasco se fueron al traste hace unas pocas semanas, todo indicaba que volaba entonces la mejor opción para que Euskadi mantuviera su representación como colectivo en el escalón profesional. El propio Jon Odriozola llegó a amagar con abandonar la búsqueda de un soporte privado que hiciera realidad sus planes. Sin embargo,  cuando el sueño se apagaba, se anunció la llegada de Murias Taldea, proyecto cimentado por la aportación privada de la constructora Murias y el apoyo de la Arratiako Ziklista Elkartea.

Conocedor del campo amateur tras varios años al frente de la Fundación Oreki, Odriozola ha armado un bloque fuerte,  joven, con corredores de una enorme proyección, pero capacitado para conseguir victorias desde su primera temporada en el campo profesional. Dos hombres parecen llamados a liderar el equipo en la mayoría de frentes: Egoitz García (1987) y Garikoitz Bravo (1989). Por edad y experiencia, se trata de los dos ciclistas con mayor bagaje en el campo profesional.  El de Atxondo ha participado con Cofidis en las dos últimas ediciones del Tour de Francia y se ha erigido en una de las caras visibles del ciclismo español en una prueba de la entidad de París-Roubaix. Con una buena punta de velocidad en grupos reducidos, deberá buscar las victorias parciales que den visibilidad al trabajo de Murias Taldea.

Por su parte, Gari Bravo aterriza después de una temporada en Portugal  en la que no ha alcanzado el protagonismo que se le presuponía a inicios del curso. Apenas ha entrado en los planes de Efapel, quedando fuera de la Vuelta a Portugal y sin sumar días de competición desde junio. Su pasado en Euskaltel (10º en Pekín, muy activo en pruebas WT como Tirreno o Romandía) avala su fichaje.

Ellos no son los únicos ciclistas con pasado profesional en Murias Taldea. Dos ex de la Fundación Euskadi regresan al campo continental después de sendas temporadas notables en amateur. Tanto Mikel Bizkarra (1989) como Aritz Bagüés (1989) merecían esta oportunidad abierta para los integrantes del pelotón vasco. El de Mañaria ha demostrado su enorme capacidad en montaña. No en vano, la mayoría de rivales le consideran el mejor escalador del campo amateur nacional en este 2014. No le ha ido a la zaga el guipuzcoano Aritz Bagüés, compañero y amigo de Bizkarra en Euskadi y ganador este año de la Vuelta a León, el Trofeo Guerrita y el Euskaldun.

Junto a Bagüés, otros tres corredores del Murias Taldea proceden del equipo que ha dirigido Jon Odriozola esta temporada; el Gipuzkoa Oreki. Unai Intziarte (1991) sorprendente vencedor de la Copa de España y ciclista con buena punta de velocidad, Jon Ander Insausti (1992) a quien se le apuntan grandes condiciones desde categorías inferiores, cualificado contrarrelojista y Eneko Lizarralde (1993), uno de los dos sub 23 que todo equipo Continental debe incorporar a su plantilla, ganador este año en Oñati y Tolosa.

Directamente de la Fundación Euskadi llegan Beñat Txoperena (1991) y Haritz Orbe (1991), con trayectorias casi opuestas en 2014. Mientras el navarro ha debutado como profesional con un año más que notable, mención destacada a su valentía en Castilla y León donde disputó el triunfo de etapa a Luis León Sánchez, el vizcaíno no ha dado el paso adelante que sugería su excelente 2013. Ambos ya fueron discípulos de Odriozola en la Fundación Oreki, por lo que el técnico guipuzcoano conoce a la perfección qué le pueden ofrecer dos de los corredores llamados a sacar partido de esta oportunidad.

El equipo lo completan el alavés Imanol Estévez (1993),uno de los mejores y más completos sub 23 del curso 2014 en España -integrante del combinado nacional que participó en el Campeonato del Mundo de Ponferrada y todavía con opciones de pasar a un equipo de mayor categoría, como ha reconocido Odriozola en rueda de prensa- y los dos ciclistas procedentes del Opel Ibaigane, el club que da abrigo a este nuevo Murias Taldea: Adrián González (1992)  y Ander Barrenetxea (1992).

miércoles, 22 de octubre de 2014

Las cronos ya no son para el verano

Hubo un tiempo no muy lejano en el que una crono de 60 km se asumía como parte indivisible de cada Tour de Francia. Miguel Indurain dominaba entonces la prueba francesa. Su estrategia, sencilla sobre el papel, se basaba en acumular minutos en etapas contrarreloj y gestionar después su ventaja en las jornadas de alta montaña. Una fórmula que repitió con éxito durante cinco años. Nombres como Bergérac, Lac de Vassivière o Luxemburgo pasaron así a la historia de esta carrera.

Si Indurain tuviera que disputar la ronda francesa en la actualidad, debería cambiar su modo de asaltar el amarillo. Por descontado. La pérdida de kilómetros de lucha individual se ha reducido año tras año hasta alcanzar una cifra casi residual: Catorce en 2015. No se trata de una excepción, más bien de una tendencia iniciada hace varias campañas y que ha alcanzado su máxima expresión en la edición presentada este miércoles a mediodía en París.

¿Y dónde se encuentran los motivos que han llevado a ASO a adoptar este modelo? Por supuesto no se trata de una decisión tomada a la ligera. Han estudiado sus consecuencias y han apostado por una fórmula que no ha agradado a los más puristas. Sin dar o quitar razones a nadie, éstas son las causas que han conducido hasta esta medida:

  • Involucrar a más corredores. En etapas de montaña o jornadas con final al sprint, el número de corredores con opción a la victoria no suele superar la docena (a lo sumo). Sin embargo, las fugas, que a veces hasta culminan con éxito su aventura, o los gregarios encargados de echar abajo el esfuerzo de los primeros, juegan papeles importantes en el desarrollo de la etapa. Por contra, las cronos se han convertido en un día de descanso activo para más del 80% del pelotón. Situación además reconocida por los propios corredores.
  • Logística. Una crono, más si es larga, supone cerrar al tráfico durante casi medio día un circuito que suele conectar zonas urbanas. Como a todo el mundo no le gusta el ciclismo, los hay quienes se quejan por no poder llegar a casa por su camino habitual. Si una etapa en ruta significa 1 hora (hora y media a lo sumo) de retenciones, una crono puede alcanzar las siete horas, sin contar con que los corredores suelen reconocer antes el circuito.       
  • Televisión. Aunque el término 'infumable' haya sido utilizado más de lo que nos habría gustado, lo cierto es que una contrarreloj no es por lo general el producto que mejor casa con lo que hoy en día entendemos por espectáculo televisivo.  Hasta la salida de los últimos, se trata de prolongar una espera a veces tediosa y siempre muy cara. No en vano, el minuto de producción en ciclismo supera por mucho el de la mayoría de deportes. Se trata de aprovechar al máximo la retransmisión.
  • Igualdad. El resto de puntos ya descritos también suman pero lo cierto es que el motivo principal por el que las cronos han caído en el grado de importancia de la mayoría de pruebas ciclistas (el Giro de 2015 supondrá una excepción) reside en el principio de igualdad. A todos los organizadores les interesa prolongar la expectación lo máximo posible. Alargar la duda, mantener a la mayoría de los favoritos en el mínimo tiempo posible. Una crono rompe esa igualdad y, aunque debería invitar a los peor situados en la general a moverse, lo cierto es que da ventaja a los especialistas en unas etapas de montaña que suelen quedar bloqueadas. ¿Debería ser así? Posiblemente no... pero en la mayoría de casos estos últimos años es lo que sucede. Por lo tanto, sin crono, o con una crono muy corta, se consigue con mayor probabilidad alcanzar esa traca final con varios corredores en diferencias casi insignificantes.
Que nos encontremos en una época de transición tras la que se volverá a dar la importancia que merece a las cronos o que esta tendencia se vaya a asentar, o incluso a acentuar, en el futuro, es algo que nos dirán los años. La realidad es que el modelo actual prima las llegadas en alto durante la última semana sobre los kilómetros contrarreloj. Una fórmula muy criticada por los sectores clásicos y que más años llevan ligados al ciclismo pero que, por otro lado, no ha caído de forma tan negativa entre la prensa generalista o el aficionado medio, el que consume ciclismo de forma ocasional. Quizá en el punto intermedio se encuentre la respuesta.