martes, 22 de julio de 2014

Una propuesta para demostrar que es posible

Las semanas pasan y la ausencia de anuncios oficiales alrededor del futuro equipo ciclista de Alonso comienza a generar dudas en diversos frentes mediáticos. Lo cierto es que las dudas pululan desde hace meses, cuando medios de primer nivel cuestionaron la realidad de un proyecto que desde un primer momento ha trabajado en silencio, alejado de los focos, procurando no filtrar lo más mínimo a medios acostumbrados a contar con la noticia antes que los propios interesados.

En todo caso, y a pesar de agoreros, insisto, más influenciados por el interés personal que por realidades, parece que el equipo se estrenará en 2015. Llegados a este punto, las dudas surgen en torno a si el mercado ciclista ofrece corredores de la suficiente calidad como para conformar un bloque nivel World Tour o si, por el contrario, conviene adquirir la licencia de uno de los bloques sin patrocinador para el próximo año, caso de Giant o Cannondale. La segunda parece la opción más rápida y directa, pero obliga a asumir una estructura ya creada, el problema al que los gestores se enfrentaron el pasado otoño durante el proceso de compra de Euskaltel. Comenzar desde cero, aunque más laborioso, se antoja el proceso más viable para cumplir con las premisas marcadas por el nuevo equipo. Y, aunque nos encontramos a finales de julio, el mercado todavía ofrece puntos suficientes para adquirir sin problemas la titularidad de una nueva licencia World Tour.

En este blog voy a tratar de mostrar que se puede moldear una estructura equilibrada, dentro de un presupuesto alto pero asumible (el que se presume al proyecto de Fernando Alonso), cumpliendo las premisas necesarias tanto para alcanzar estatus World Tour como para alinear un bloque sin manchas de dopaje en su historial. Lo haré partiendo del respeto absoluto hacia los gestores del equipo, que habrán trabajado durante semanas en la confección de una estructura que va mucho más allá de fichar corredores, y reseñando que la construcción de un bloque ciclista no sigue las reglas de Cycling Manager. Existen muchos factores, tales como presupuesto, ofertas de otros equipos, voluntad personal del propio ciclista o intereses cruzados que influyen en gran media en la estructuración de una plantilla. La opción de conformar un proyecto 100% propio continúa siendo más que posible.

jueves, 17 de julio de 2014

El regreso del gigante dormido

A los aficionados al deporte nos ocurre que solemos asociar términos cotidianos con ganchos propios de la práctica deportiva, sin importar siquiera la disciplina. Así, cada vez que escuchamos la palabra 'competitivo', automáticamente pensamos en Alemania, ya sea en su selección de fútbol, en los arrestos de Boris Becker o en los golpeos de Bernhard Langer. Y es que el deporte teutón siempre se ha caracterizado por su excepcional nivel en la mayoría de modalidades y categorías. Cuestión de disciplina, de trabajo y, también, de personalidad nacional.

Ese gen ultracompetitivo alemán no sirvió para que el ciclismo germano se apuntara su primera general del Tour de Francia antes de 1997, cuando Jan Ullrich comenzó un reinado que entonces parecía casi infinito pero que la irrupción de Lance Armstrong acortó de forma tan drástica como inesperada a esa única victoria final. Alemania ya contaba entonces con uno de los equipos mejor preparados del pelotón internacional, el Telekom de un Bjarne Riis que un año antes había cercenado la era Miguel Indurain en las rampas de Les Arcs.

La multinacional de las telecomunicaciones había aglutinando en la formación dirigida por Walter Godefroot a los mejores talentos del país:
Erik Zabel, Udo Bolts, Jens Heppner, Uwe Raab,
Olaf Ludwig o los prometedores Andreas Kloden y Jan Ullrich. El Tour de 1997, en mayor medida que el logrado un año antes por Riis, aupó al deporte del pedal hasta la cima mediática nacional. Las audiencias del Tour de Francia crecían de forma exponencial y las cunetas se llenaba al mínimo avistamiento de la carrera francesa, como en el año 2000 (Friburgo) o en el 2005 (Karlsruhe).

Para esa época, Telekom (transformado en T-Mobile con el paso de los años) ya no pedaleaba en solitario en la élite del pelotón internacional. Otras dos formaciones alemanas habían alcanzado su mismo nivel y estatus: Gerolsteiner, de crecimiento más pausado pero contundente en sus últimos años en la élite, y Team Coast, mucho más fulgurante y que en su último curso, ya como Bianchi en 2003, llegó a contar en sus filas con un Jan Ullrich a quien sus malos resultados habían expulsado de Telekom a finales de 2002. Incluso Milram, italiano en sus inicios, tomó licencia alemana en sus últimas temporadas.