miércoles, 5 de marzo de 2014

Futuro

Preferiría no tener que escribir esta entrada, dedicar este tiempo a un proyecto que me ha llevado más de diez meses de preparación, de mimo y de ilusión, de mucha ilusión. Noches casi enteras, horarios desestructurados y jornadas que no entendían de fines de semana o festivos. No se trata de llorar. He llegado hasta aquí y lo he hecho de pie. Me encuentro entero, fastidiado por no materializar de momento un trabajo trazado al detalle y que creo hubiera demostrado que gente nueva  puede llegar al ciclismo y hacer las cosas bien, como se debe, aprovechando lo que las nuevas tecnologías ofrecen a las marcas y apoyando al deportista en el desarrollo de su trabajo. Con humildad, con trabajo y con ideas.

En ningún momento nos hemos considerado los salvadores de nada. En España, por fortuna, hay cada día más personas que entienden el ciclismo de una manera distinta, que han roto con los vicios del pasado. Y resalto que esos vicios no son sólo lo que andan pensando. El ciclismo ha pecado de estancamiento, de un considerable rechazo al cambio. Desde hace unos años se ha mejorado mucho en esa parcela.

Nuestro objetivo siempre ha sido aplicar un gran número de ideas propias a este proyecto, ideas algunas que a buen seguro hubieran funcionado -reconociendo por tanto que otras no hubieran ido a ningún lado- pero sólo arriesgando y descubriendo lo que se esconde campo a través se encuentra un nuevo camino. Aceptar el fallo como una fase inevitable para el éxito.

Y en esa tarea he trabajado desde mediados del año 2013. Primero asesorando a una persona que quería desarrollar un proyecto profesional en Chile, poco después formando parte de esa estructura, colaborando en una meta apasionante: conseguir que un país sin raíces en ciclismo profesional se situara en el mapa internacional de este deporte. Y es que a pesar de convertirse en uno de los estados más prósperos de Sudamérica, la situación del ciclismo en aquel país sólo es comparable a naciones mucho menos desarrolladas. Chile no cuenta ni con un solo día de competición UCI, su vuelta nacional presenta un historial salpicado de cancelaciones, y los equipos y corredores trabajan casi en el anonimato. Es necesario viajar a Santiago, conocer a los diferentes actores de primera mano, para entender por qué un país con corredores de un potencial deportivo innegable sólo disfruta de un ciclista profesional, logrado por la testarudez y la insistencia personal.

La historia de cómo Juan Pablo Pino nos engañó y estafó ya es de sobra conocida. Por supuesto nos guardamos detalles que ni creeríais. De cómo un grupo de siete españoles pasó cinco días en Chiloé, una isla a las puertas de la Patagonia, donde los ciclistas no contaron con herramientas para desarrollar su trabajo y donde los técnicos apenas disponíamos de internet o teléfono para hacer el nuestro. Allí, donde lo normal es que todo hubiera volado por los aires, fue donde se formó un grupo humano que dio forma a lo que no seremos en 2014 de forma oficial y sin embargo quedará para siempre: un equipo. Un intangible que suma tanto o más que las capacidades físicas de cada ciclista y que las habilidades personales de los técnicos.

En parte porque nos quedamos con ganas de demostrar que nuestro reto de llevar a buen puerto un equipo ciclista profesional resulta más que viable, en parte por el bloque humano con el que contamos, continuaremos buscando la financiación necesaria para levantar un proyecto que dé cabida a estas ideas. No se trata de pedir dinero a fondo perdido a una empresa, sino de demostrar que el ciclismo es un negocio rentable, en el que enseñar al mundo las bondades de una marca, consiguiendo así un retorno económico superior al invertido de inicio. Publicidad rentable. Presentaremos nuestro proyecto a toda empresa dispuesta a escucharnos, a conocer cómo posicionar su marca en un escaparate sin límite de espacio.

Por supuesto, hay que dar las gracias a los que han apostado por nosotros, a las empresas que han confiado en este proyecto ya en 2014. Gracias y perdón por los perjuicios que la desaparición prematura del equipo les ha causado. Aunque no tengamos ninguna obligación legal, sí que nos empuja una moral: queremos devolver en la medida de lo posible el valor de su trabajo. Ese es desde ahora uno de nuestros principales objetivos. Gracias también a Pablo Urtasun, a Juanjo Oroz, a Salva Guardiola y a Mikel Bizkarra. Cuatro ciclistas que merecían mucho más que un proyecto continental pero que apostaron por esta estructura. Nada de lo que suceda en esta temporada ciclista me alegraría más que verles luciendo el maillot de otro equipo. Gracias a la parte chilena de la plantilla, que también ha hecho lo que estaba en su mano por dar continuidad este mismo año a la estructura. Gracias en especial a José Andrés Garrido y a Natalia Morales. Gracias a las personas que nos han puesto en contacto con empresas, abriendo opciones y facilitando contactos. Gracias a los pequeños empresarios de España y Chile que se han ofrecido a colaborar en la medida de sus posibilidades y gracias a todos los que nos han mandado mensajes de ánimo, incluso ofreciendo ideas y posibles vías de contacto. Gracias a la UCI, por su comprensión y sus facilidades, y a la Federación Murciana, por su colaboración en todo el proceso. Gracias muy especiales a aquellos que nos han asesorado en este proyecto, tanto antes como después de la caída. 

Cierro no sin acordarme de las dos personas que más tiempo han compartido conmigo a lo largo de este tiempo: Jesús Buendía, el director que un día conocerá todo el ciclismo profesional, y Fran Reyes, mi compañero en todo este camino. Gracias enormes a ambos. Juntos seguiremos trabajando por nuestro objetivo.

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